Micro Radial del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC)
El año económico cierra de la mejor manera posible para el gobierno, especialmente si la foto se compara con la del comienzo de este 2014 que ya se termina.
Por Gustavo Nagel
La corrida de enero condujo a una devaluación, que inevitablemente actúo como estímulo de la inflación que siempre juega en contra del poder adquisitivo del salario. Está claro que la jugada fue una maniobra del poder económico concentrado que quedó en evidencia con el burdo accionar de la petrolera Shell comprando dólares por encima de los valores del mercado.
La devaluación mostró un retroceso del gobierno. Envalentonados, al promediar el año los agroexportadores retuvieron los granos a pesar de que el propio Gustavo Grobocapatel, el llamado rey de la soja, había dicho en diciembre del 2013 que la expectativa era de caída de los precios. O sea, sabían que perderían plata. Esta claro que la movida fue un nuevo apriete para obligar al gobierno a volver a devaluar. Todo esto sucedía en un escenario dominado por la pelea con los fondos buitres y con el juez Griesa.
Esa foto contrasta con la de este fin de año. El swap entre el Banco Central y China; los acuerdos con los exportadores para adelantar 1.500 millones; el control más rígido sobre las cuevas donde circula el dólar ilegal; las pocas operaciones del llamado contado con liqui por la caída de los precios del petroleo. Todas estas cuestiones de orden político muestran a un gobierno firme y decidido a resistir las presiones devaluatorias. La foto se corona con reservas en alza y por arriba de los 30 mil millones de dólares. Y con una inflación anualizada del 24 por ciento —según el Indec— y del 32 según la consultora de Miguel Bein —que no es precisamente oficialista—, hecho que no socava el poder de compra de un salario que promedió un aumento en paritarias del 30 por ciento.
A principios de año las tapas de Clarín y los pronósticos de los economistas ortodoxos anunciaban que la siete plagas de Egipto caerían sobre la Argentina si no se aplicaba la receta del ajuste. Por el contrario el gobierno mantuvo su apuesta y lanzó el plan Progresar que alcanzó a medio millón de jóvenes y además sumó a casi 500 mil nuevos jubilados con la segunda moratoria previsional. Esquivando las recetas de ajuste aumentó un 40 por ciento la Asignación Universal por hijo y amplió la inversión pública con Atucha II y con el ArSat I que ya está en órbita, con el Procear y con el Proceauto. Además, y como respuesta a la fuerte remarcación de los formadores de precios se aceitó el programa Precios Cuidados que actúo como referencia para que la inflación no se desmadrara.
Es evidente que al gobierno kirchnerista no se le puede aplicar el axioma del pato rengo que se usa en Estados Unidos para graficar el poder presidencial a mitad del segundo mandato. Cristina Fernández, a menos de un año de dejar el sillón de Rivadavía, mantiene intacta la iniciativa política y sigue avanzando la construcción de una Argentina mas equitativa.