Concentración Económica

22/12/2014

Micro Radial del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC)

Hay una tendencia mundial de la economía capitalista a la concentración. Esa es la característica saliente del capitalismo planetario de estos días. Este fenómeno a partir de la crisis financiera internacional de 2008 se profundizó aún más y todo indica que la tendencia no se revertirá si no se encuentra el modo de poner un freno a la voracidad de este capitalismo.

Por Gustavo Nagel

Un reciente estudio realizado por la Universidad de Zurich revela que 737 compañías —en su mayoría bancos y aseguradoras—, controlan el 80 por ciento de la economía mundial. El estudio tiene la particularidad de manejarse con una multiplicidad de variables que incluyen sistemas matemáticos complejos y no solo por el rubro del beneficio económico. Según este análisis el 0,6 por ciento de las empresas controlan el 80 por ciento de la economía global.

Thomas Piketty, últimamente muy citado en los mentideros económicos y autor del voluminoso libro El Capital en el Siglo XXI, transformado en un best seller económico, señala que la tasa de ganancia del capital supera a la tasa de crecimiento del ingreso, por lo que la participación del capital en el producto total tiende a incrementarse. Dicho de otro modo, cada vez más marcadamente el capital se concentra en menos manos.

Argentina, está claro, no escapa a esta regla general. En la década del 70, durante la dictadura militar, se afianzó el nuevo patrón de acumulación financiero con su tendencia a la concentración y centralización de la economía, proceso que en los 90 se consolidó con la privatización de las empresas públicas y la conformación de grandes grupos locales y trasnacionales. Este proceso se profundiza cuando la llamada “burguesía nacional” se desprende tanto de su participación en las privatizadas como de sus propias empresas.

La crisis financiera internacional al mismo tiempo que ahonda la desigualdad en todo el planeta por otro lado abre un intenso debate a escala mundial. La tesis de Piketty que la realidad corrobora, sugiere un futuro que no es muy alentador para las mayorías sino más bien todo lo contrario. Revertir la tendencia es la tarea. Para eso Piketty propone un impuesto global al capital. Una idea que deberíamos comenzar a debatir, antes de que las consecuencias de esa desigualdad sean irreversibles.

La situación exige que los Estados Nacionales recuperen su rol de regulador de las relaciones entre los poderosos (que cada vez son mas poderosos) y las mayorías populares que están cada vez mas indefensas frente a ellos. Tarea difícil, pero que como vemos en la Argentina en esta última década se puede intentar con alguna esperanza de éxito.