Ideólogo económico de la dictadura

22/03/2013

Por Pablo Spinella

En la Carta Abierta que Rodolfo Walsh dirige a las Juntas Militares a un año del golpe, denunciaba que “en la política económica debe buscarse no solo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Los golpes no fueron solo militares, fueron golpes cívico-militares y en ese sentido podemos aseverar que José Martínez de Hoz, fue el jefe civil de la dictadura. Fue él el responsable de idear el plan económico de destrucción de la industria nacional y la futura implementación de un sistema neoliberal. Decía: "hemos dado vuelta una hoja del intervencionismo estatizante de la actividad económica para dar paso a la liberación de las fuerzas productivas."

Pero para esto, hacía falta la destrucción del entramado social. Fragmentar el frente popular y constituir un bloque dominante, perverso, desigual: el neoliberalismo, ni más ni menos.

La historia lo condenó en 2010 con su detención basada en su responsabilidad por el secuestro extorsivo de los empresarios textiles Federico y Miguel Ernesto Gutheim, que en cautiverio fueron obligados a firmar un contrato con una empresa de Hong Kong por el cual él tenía intereses.

El caso Gutheim va a dejar a las claras que el hombre puesto por el poder económico fue instigador no sólo del secuestro de los Gutheim sino de decenas de empresarios y funcionarios. En todos esos casos los negocios particulares de los grupos económicos que sustentaban la dictadura se hicieron a punta de fusil, capucha y picana.

Según el periodista Jorge Devincenzi que investigó el tema, todos los secuestros y los atentados que se registraron en la órbita del Ministerio de Economía estuvieron vinculados con la oscura negociación para la estatización de la empresa Ítalo que sólo podía hacerse, tal como se hizo, al margen de la ley.

Las muertes y las desapariciones rondaron en en entorno del ministerio de economía como un método sistemático de funcionamiento para alcanzar los objetivos del poder:

El secretario de Energía Guillermo Zubarán murió tras un extraño accidente automovilístico en el sur.

El subsecretario de Coordinación del Ministerio de Economía, Miguel Tobías Padilla, recibió un tiro en la cabeza a través de la ventanilla de su automóvil en abril de 1978.

Francisco Soldati padre, que había presidido el directorio de la Ítalo y formaba parte de la conducción de su controladora, Motor Columbus, también fue víctima de un atentado.

Juan Carlos Casariego del Bel, que se desempeñaba como director del Registro de Inversiones Extranjeras en el Ministerio de Economía, fue secuestrado el 15 de junio de 1977. Sus familiares han sostenido que el abogado desaparecido se negaba a destruir evidencias o firmar disposiciones irregulare, como la estatización de la empresa Italo.

El sucesor de Casariego del Bel, Aurelio Cid, también fue secuestrado y luego estuvo un año preso a disposición del PEN.

El 5 de noviembre de 1976, Federico Gutheim, dueño de la empresa Sadeco, importadora y exportadora de algodón, fue detenido junto a su hijo Miguel durante cinco meses por un pedido de José Martínez de Hoz a su amigo y ministro del Interior Albano Harguindeguy. La dictadura buscaba “ablandarlos” para que negociaran con representantes de empresas chinas a las que José Alfredo Martínez de Hoz quería beneficiar.

En octubre de 1976 –es decir, un mes antes de su detención, Gutheim fue llamado por el doctor Fraguío, titular de la Secretaría de Comercio Exterior, quien le dijo que, por su culpa, al ministro Martínez de Hoz le habían denegado en Hong Kong una línea de créditos para la Argentina. Gutheim le ofreció renegociar el contrato con el exterior pero no sirvió de nada.

La noche del 5 de noviembre, fuerzas policiales, que decían actuar por orden del jefe de la Policía Federal lo detuvieron junto a su hijo Miguel. Ese mismo día se dictó un decreto para convalidar la detención. De hecho, el decreto lleva las firmas de Alfredo Martínez de Hoz, Albano Harguindeguy y Jorge Rafael Videla.

En su lugar de detención fueron visitados por un funcionario que dijo ser del Ministerio del Interior, que le propuso renegociar los contratos con Hong Kong. Los detenidos aceptaron y allí comienza una de las etapas más surrealistas de este caso. Los Gutheim fueron sacados de la cárcel en cuatro oportunidades, para negociar con los chinos de Hong Kong. Los acompañaron un representante de la Secretaría de Comercio Exterior y un escribano.

Tras cinco meses de detención, los Gutheim fueron liberados por decreto del 6 de abril de 1977. A los dos meses de su liberación, los detuvieron nuevamente. También detuvieron a sus abogados. Los Gutheim recuperaron su libertad luego de varios días.

En marzo de 1990, el entonces fiscal de Investigaciones Administrativas Ricardo Molinas pidió 10 años de cárcel para Videla, Martínez de Hoz y Harguindeguy por “secuestro extorsivo”. Pero en diciembre de ese año, Carlos Menem indultó a los tres acusados.

En su gestión despreció el salario real de los trabajadores, destruyó la industria nacional, y con la apertura de las importaciones incentivados por la publicidad en los medios dominantes con fuertes vínculos en el poder de aquellos tiempos (los mismos que hoy), que afirmaban que lo importado era mejor que lo nuestro, mandó a quiebra a centenares de pymes. Las deudas de las grandes empresas fueron licuadas a través del estado mientras éstas giraban utilidades al exterior.

Las secuelas de la gestión de Martinez de Hoz fueron terribles y se prolongaron durante veinte años entrada la democracia. Años en los que la política estaba subordinada a las prioridades del ministro de economía de turno, dejando un saldo social que parecía irrecuperable.

Hoy ese modelo que pareció tener su plenitud en los noventa, está demostrando grietas, fracasos, en todas partes del mundo. En Argentina se está consolidando un modelo que se acerca a una economía social con un importante rol del Estado. Queda mucho por hacer claro está, pero hemos dado pasos importantes hacia la construcción de un nuevo país.