Sin lugar para traidores y oportunistas. Por Gustavo Nagel

02/07/2014

Pese a que voces de todo el mundo y muchas de ellas lejanas de la simpatía por la Argentina sostienen que la decisión de Griesa y la Corte Norteamericana es un despropósito, políticos locales y el elenco estable de economistas cipayos dicen mañana, tarde y noche que hay que pagar sin chistar. El jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires fue terminante: “Ahora hay que ir, sentarse en el tribunal de Griesa y hay que hacer lo que él diga, hay que hacerlo, si no entramos en default”. Conociéndolo, sólo llama la atención que en lugar de sentarse el líder del PRO no haya dicho “que hay que ponerse de rodillas”.

El detalle que ocultan es que la cesación de pagos la tiene que declarar el país deudor y no un juez estadounidense. Este puede impedir la efectivización del pago a los fondos buitre, pero la realidad es que Argentina pagó el vencimiento de deuda en tiempo y forma, girando el dinero a la entidad contratada para distribuirlo entre acreedores, el Bank of New York Mellon.

Hay que recordar que esta historia comenzó con el Megacanje de Cavallo y De la Rua y la posterior cesación de pagos de 2001 que fue el default más grande de la historia hasta la reciente debacle griega. Esa deuda fue reestructurada por Kirchner en el 2005 y por Cristina Fernandez en el 2010. La quita de capital fue la mayor de la historia financiera moderna y se logró una fuerte baja de la tasa de interés y extensión de los plazos de pagos, transformando en pagable una deuda que era a todas luces impagable. Ese canje fue aceptado por el 92% de los tenedores de bonos en default y fue la primera vez que en el sistema financiero moderno se reestructuró una deuda sin la participación del FMI.

La negociación que ordena Griessa con los Fondos Buitres no debería impedir pagar a los bonistas que ingresaron en esos canjes de deuda, porque “no pagar teniendo los recursos y forzando un default voluntario es algo que, sería contrario a nuestro orden jurídico y una clara violación a los compromisos firmados con los bonistas que entraron a los canjes”.

Es importante saber que Griesa está limitando el derecho del resto de los acreedores a cobrar en tiempo y forma, e impidiendo a la Argentina “ejercer su derecho a pagar, o sea a depositar los fondos cumpliendo con las obligaciones establecidas en el prospecto de emisión de los canjes de deuda.

Argentina adelantó que no declarará el default y no convalidará la definición de “default técnico”. Si los dólares girados de las reservas del Banco Central y depositados en el Bank of New York no llegan a las cuentas de los bonistas del canje hasta el 30 de julio, la historia mundial de las crisis financieras incorporará una nueva e insólita categoría: El default Griesa.

Una categoría de default peculiar, porque no sólo hay una clara voluntad de cumplimiento, sino pago efectivo, y en tiempo y forma. No hay insolvencia, ni respecto de la deuda canjeada ni en términos generales.

La reputación de Nueva York como plaza segura para cobranzas financieras podría deteriorarse. Todo eso es futuro, no inmediato. Lo acuciante es acatar o no el consejo incompetente de Griesa.

En esta instancia, afirmamos nuestra total adhesión a la estrategia de negociar sin miedo y con firmeza defendiendo la soberanía nacional y el derecho a trazar el sendero de nuestro desarrollo dentro del orden mundial.

La solidaridad internacional lograda, debe ser acompañada sin especulaciones por todo el país; es el deber de todos, defender con dignidad la soberanía y los logros alcanzados en materia de derechos, tanto individuales como colectivos.

Hoy no hay lugar para los traidores ni para los oportunistas, que lo sepan.