6.5.2013 | Sobre el trabajo en la Argentina | Por Gustavo Nagel

06/05/2013

Hace una semana, cuando se conmemoraba el Día del trabajador, se conoció una encuesta de Ibarómetro en la cual se asegura que “más de la mitad de los ciudadanos del área metropolitana boneaerense cree que no tendría mejores oportunidades de trabajo en otro país mientras que apenas dos de cada diez creen que sí, que tal vez conseguirían una mejor oportunidad laboral fuera de la Argentina”.

Para quienes respondieron la encuesta el trabajo es un valor importantísimo: el 41 por ciento lo vinculó con la dignidad de una persona y otro 9 por ciento con el orgullo.

Más allá del adjetivo elegido el 71% le dijo a la consultora que, para su vida, el trabajo es de gran importancia, sólo por debajo de la familia, considerada muy importante por el 91 por ciento de los encuestados.

Esta impresión se confirma cuando uno chequea los datos dados a conocer por la Encuesta Permanente de Hogares. Los datos oficiales nos cuentan que “el crecimiento del empleo formal alcanzado desde 2003 es el más alto desde 1974, y que dos tercios de los puestos que se crearon durante este período tuvieron lugar en empresas del sector privado formal. En esta última década, el promedio de creación de puestos de trabajo alcanza los 500 mil por año, casi triplicando la cantidad anual de nuevos empleos que se generaron desde el reinicio de la democracia en 1983 y durante la Convertibilidad”. Según el mismo informe “sólo en la industria, el comercio y los servicios se crearon unas 200 mil nuevas empresas que representan un 64% más de las que había en 2003”.

Este crecimiento permitió un descenso inédito en la tasa de desocupación, que paso desde el 25% del 2003 a menos del 7% en la actualidad.

Obviamente este es el resultado de políticas estatales que defienden el mercado interno y la creación de puestos de trabajo. En este sentido hay que hacer mención al  incremento en el gasto público para sostener la demanda agregada; la protección de la estructura productiva a través de diversas herramientas como las licencias no automáticas y hasta la ayuda directa a empresas que atravesaban dificultades y que de no resolverlas hubiesen expulsado trabajadores a la lista de desocupados.

Sin dudar hay que avanzar con medidas concretas para revertir el trabajo informal que sigue siendo muy alto. En este sentido son elogiables las medidas que se tomaron para lograr el blanqueo de las trabajadoras domésticas que registran uno de los mayores porcentajes de trabajo en negro.

Por último, es importante destacar que estos datos se registran en el mismo momento que en Europa, donde el neoliberalismo manda a su antojo, se registran récords de desocupación. Hoy 26 millones de personas buscan trabajo en la Union Europea, España tiene el primer puesto con 6 millones de trabajadores, seguida por Francia con 3,2 millones, Italia 3 millones y Alemania con 2,3 millones.

Es evidente que el modelo de desarrollo con inclusión que llevamos adelante en Argentina hace 10 años, muestra en este punto uno de sus mayores logros. No hay dudas que queda mucho por hacer, pero es bueno verificar que vamos por el buen camino.