El regreso de la presidenta a sus funciones la semana que pasó y los cambios en el gabinete confirman que Cristina Fernández tiene, como ninguna otra figura política en el país, una capacidad inigualable para interpretar los momentos y generar políticas en consecuencia.
Los cambios que introdujo están pensados para afrontar los dos años que le restan a su gobierno y para relanzar un proyecto político que aspira a continuar gobernando al país aún sin su figura mayor a la cabeza.
Mucho se dijo sobre los cambios en el gabinete. Lo cierto, es que esos cambios son el evidente resultado del nuevo escenario político tras las elecciones de medio término y una forma de recomponer y dar homogeneidad al área económica.
Ahora bien, las especulaciones dieron para todo. La salida de Moreno fue festejada como un triunfo por la oposición y el desembarco definitivo de Axel Kicillof fue visto alternativamente como un viraje a la izquierda o como más de lo mismo. Es cierto que los nombres algo expresan, pero más allá de los nombres lo que definitivamente cuenta es lo que puedan o no puedan hacer.
Lo que hay que señalar y subrayar con insistencia es que la economía no es una ciencia exacta, la economía es política. Y en este sentido, todos los dimes y diretes que pueblan los medios de comunicación hegemónicos, plagados de tecnicismos e intrigas que llenan de dudas al ciudadano de a pie, se resuelven en la correlación de fuerzas de los intereses en pugna. Por un lado las demandas de los poderes dominantes y por el otro las necesidades de las grandes mayorías. No hay muchos secretos.
En este sentido, hay que advertir que la semana pasada, cuando la presidenta volvió a asumir sus funciones fue clara y contundente cuando dijo que el nuevo ministro de economía tienen como misión “profundizar el proceso de industrialización, desarrollar una industria nacional competitiva, recuperar la soberanía nacional para no tener que volver a depender de recursos externos y que esa dependencia termine ahogándonos, como nos sucedió otras veces en la historia. Tenemos —dijo Cristina— recursos humanos, voluntad, capacidad y sobre todo decisión política para desarrollar una industria nacional competitiva y sostener el trabajo de los argentinos”, para finalizar afirmando que tenemos que “seguir profundizando, avanzando y mejorando (...)”, haciendo hincapié en “la industria nacional, la innovación tecnológica y la educación (...), para que cada vez haya más argentinos incluidos”.
Aunque a algunos no les gusta, la cosa esta clara, el gobierno va a profundizar el modelo de desarrollo con inclusión y equidad que voto en 2011 el 52% de los argentinos.