La resolución de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos a favor de los fondos buitres no sorprendió porque en definitiva no hizo más que confirmar una lógica que hoy es hegemónica en nuestro planeta: la lógica del capitalismo financiero.
Esa lógica se viene consolidando desde fines de la década del 70 y es la forma que encontró el capital de reproducirse sin pasar por la fase productiva. Estas formas no son gratuitas, tienen sus costos y por lo que puede verse son bastantes altos: millones de pobres e indigentes desparramados por el mundo.
Lo curioso es que siete años después de la crisis de la burbuja especulativa que derivó en la quiebra del banco Lehman Brother, que era algo así como el símbolo del capitalismo financiero internacional, en Estados Unidos y Europa, cuyas economías siguen estancadas, se profundiza la concentración de la riqueza y sus jueces bendicen la especulación y protegen a los malditos especuladores. Curioso, porque son estos especuladores los culpables excluyentes de la debacle más profunda desde la crisis de los años 30 y no solo sobrevivieron a la crisis sino que salieron de ella fortalecidos y son ahora mucho más ricos que antes.
En suma, especulación y concentración de la riqueza por un lado y por el otro la contracara de la destrucción del sector productivo, con pérdida de empleos, ajuste y retroceso de los derechos laborales y sociales. Ese es el resultado y la consecuencia de la valorización del capital financiero por sobre la producción. Como decíamos, dinero que especulando produce más dinero para unos pocos y que trae consecuencias que más allá de los cuestionamientos éticos o morales bien puede calificarse de genocidas.
El fallo del juez Griesa y la posterior resolución de la corte de Estados Unidos legitima esta lógica que hoy es hegemónica en el mundo.
Este nuevo orden mundial de carácter financiero que coloca como único objetivo al dinero y su reproducción, excluyendo al hombre y al medio ambiente violenta con su paso conquistador la soberanía y los derechos de los Estados nacionales. El propio Papa Francisco planteó de forma tajante la alternativa que hoy se discute en el mundo: en el centro del sistema económico mundial no está la satisfacción de las necesidades humanas sino la idolatría del dinero: “Estamos en un sistema mundial económico que no es bueno. En el centro de todo sistema económico debe estar el hombre, pero nosotros hemos puesto al dinero en el centro. Hemos caído en un pecado de idolatría, la idolatría del dinero” , dijo el Papa.
Como vemos son muchas y variadas las voces que piden racionalidad, es un delirio vivir en un mundo donde el derecho de unos pocos que especulan está por encima del de las inmensas mayorías que trabajan. Quedó claro en estos días que la justicia norteamericana está al servicio de esa minoría.