Mañana el Senado comenzará a debatir en las comisiones de Energía y Presupuesto el proyecto de ley para ratificar el acuerdo alcanzado por el gobierno con la española Repsol por la expropiación del 51 por ciento de las acciones de YPF. En ese recinto la oposición tendrá la oportunidad de reiterar una vez más todos los insustanciales argumentos que viene repitiendo desde que el ministro de Economía Axel Kicillof anunció el pago de 5 mil millones de dólares a Repsol por la expropiación de YPF.
Por Gustavo Nagel
El acuerdo con la empresa española viene siendo motivo de múltiples interpretaciones. Muchos de estos análisis —por llamarlos de algún modo— están tirados de los pelos y otros hasta dan vergüenza ajena, como por ejemplo las cuentas que sacan algunos economistas y dirigentes opositores que los medios hegemónicos no se cansan de difundir. Suman los intereses a pagar para que el monto total sea más alto y esto les de un viso de argumento para criticar el acuerdo. No es necesario ser un experto en cuestiones financieras para entender que los intereses a pagar en los próximos años no se suman para dar un valor equis al día de hoy. Si uno compra un electrodoméstico al contado el valor al que lo compra será, por ejemplo de mil pesos, pero si lo paga en 24 cuotas, seguramente la suma de las cuotas será de dos mil. Es el concepto de valor presente que tiene cualquier activo financiero.
Pero además lo que hay que subrayar es que pagar 5 mil millones de dólares por el control de una compañía que es una de las principales reservas mundiales de hidrocarburos no convencionales —para ser más precisos la segunda de gas y la cuarta de petróleo—, es verdaderamente un buen negocio. Y lo es no solo porque se pagará a largo plazo y con emisión de deuda sino porque además significa la recuperación de un recurso estratégico. Un recurso estratégico que Menem privatizó a precio vil en los 90, y cuyos pozos fueron vaciados por Repsol para financiar su expansión internacional. Este saqueo de la empresa privada española condujo a que un país con abundantes reservas de petróleo tenga déficit energético y deba importar combustible.
Ahora que se recuperó YPF y su valor estratégico, los que cuestionan el monto que pagará la Argentina son los mismos que festejaron las ruinosas privatizaciones de los 90. Son los mismos que no dijeron palabra cuando Repsol no invertía un peso y a quienes ni por asomo se le ocurrió criticar operaciones como el Plan Brady de Domingo Cavallo o el Blindaje de Machinea o el Megacanje de Cavallo y De la Rua, verdaderas estafas que condujeron al país a la ruina y a la mayoría de los argentinos al desempleo, la pobreza y la indigencia.