Estas son las palabras que más se escuchan y leen por estos días poselectorales en los medios opositores al gobierno. Sin embargo, para hablar de fin de ciclo —e incluso de transición— necesariamente se debe ver en el horizonte algo que se parezca a una nueva etapa que venga a reemplazar a la actual. Y entonces la pregunta se hace inevitable ¿Cuál es el nuevo ciclo que se abre? No parece haber, al menos en cuestiones económicas, un ánimo social proclive a un cambio en el modelo abierto hace una década. O acaso se debe leer el voto del domingo como un mandato a dejar de lado las políticas de inclusión social, de recuperación del Estado y se deba dejar de proteger al mercado interno, a la industria y a las pymes como modo de garantizar el trabajo de los argentinos.
¿Es así como deben interpretarse los resultados? Porque desde el minuto posterior a que las urnas se cerraron hay una dirigencia cebada por los medios hegemónicos que no para de decir que hay que corregir el rumbo económico incluso con medidas que hasta podrían ser impopulares. Medidas que, dicen debería tomar el gobierno, escuchando el “mensaje de las urnas” como por ejemplo achicar el gasto público o eliminar subsidios.
El nivel de estos análisis es tan irracional que cuesta creer que hablen en serio, porque si bien es cierto que el gobierno relegó el primer plano en los principales distritos del país y que esto es una clara derrota, no es menos cierto que haber perdido un solo senador y haber sumado cinco diputados en el Congreso y por lo tanto seguir siendo la primera minoría no puede entenderse como un fracaso. Y mucho menos que esto implique que deban aplicarse cambios importantes al rumbo económico.
Quizás la elección del domingo refleje de algún modo la pobre campaña electoral que salvo honrosas excepciones nunca pudo salirse de la mera generalidad, de las cuestiones vacías y la argumentación más básica y elemental. El debate —y en especial el debate económico— estuvo dominado por la más pura lógica del marketing. En este sentido hay que reconocer el triunfo del macrismo y el massismo. O sea el triunfo de los que aconsejaron a estos candidatos, no expresar sus ideas en los temas económicos de fondo. Si este esquema perdura en el tiempo. Si en dos años el debate de ideas no sale de esa lógica de la publicidad, entonces si la derrota habrá sido lo suficientemente dura. Será derrota si en 2015 en lugar de estar discutiendo y debatiendo ideas, propuestas, proyectos de país, nos encontramos hablando de la sonrisa del candidato o del color de los globos en el cierre de campaña.
Le quedan dos años de gobierno a la Presidenta Cristina Fernandez, tiempo mas que suficiente para profundizar el rumbo y asegurar las bases de un país mas equitativo.
Micro Radial del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC)