Impuesto a la renta financiera - Por Gustavo Nagel

19/07/2013

El renovado debate en torno a la posibilidad de gravar la renta financiera es una noticia alentadora porque se trata de una medida que va en el sentido correcto a la hora de hablar de alcanzar mayores niveles de equidad y por que claramente es una de esas asignaturas pendientes de esta década ganada. El oficialismo en el parlamento se abocó a compilar y consensuar una serie de proyectos que estaban presentados en las comisiones con el objeto de avanzar en una modificación del sistema impositivo que permita gravar a la renta financiera que hoy no paga ningún impuesto.

En este punto hay que subrayar con énfasis —como bien acotó el legislador del Frente Nuevo Encuentro, Carlos Heller— que debe entenderse por renta financiera no solo el rendimiento de los capitales invertidos, como los intereses provenientes de los depósitos bancarios, sino que también los resultados positivos de la compraventa de títulos públicos o acciones privadas.

La eliminación de las exenciones a la renta financiera a las personas físicas del país y a sujetos no residentes debe procurar que todas las personas que tengan capacidad de pago tributen el impuesto, de manera tal de hacer más efectivo el principio de justicia tributaria. No obstante esto, deberían eximirse del impuesto, como subrayó Heller, a los pequeños y medianos ahorristas, que depositan en entidades financieras o invierten en títulos públicos y privados, como forma de darle una canalización financiera a sus ahorros. Dicho de otro modo, hay que diferenciar el ahorro legítimo —aquel que está destinado a la compra de una casa o a mejorar el nivel de vida futuro— de aquel ahorro destinado a amasar grandes fortunas mediante la especulación financiera.

Por otra parte, las propuestas que se analizan llevar al debate parlamentario deberían buscar una fórmula que combine el tributo a la renta financiera con una baja sustancial en impuestos que afectan a los sectores de menores ingresos. Es a todas luces un dislate que hoy pague 21% de impuesto la leche o el pan y no pague absolutamente nada una transferencia financiera por 100 millones. La cuestión es encontrar el punto de equilibrio que permita quitar presión tributaria a los mas humildes sin perder volumen de recaudación. La fórmula debe ir en ese sentido, haciendo centro en ese segmento que hoy no hace ningún aporte al sistema.

Si la reforma impositiva avanza en el Parlamento, no hay dudas de que se dará un paso mas hacia la construcción de un país mas justo, mas solidario y mas equitativo, un país que le de a todos los argentinos oportunidades de educación, de trabajo y de progreso.

Micro Radial del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC)