Las presiones a la región. Por Gustavo Nagel.

11/12/2012

Lo que pasa en Argentina, no pasa sólo en Argentina. También pasa, por ejemplo, en Brasil, en Ecuador, en Bolivia o en Venezuela.

Me explico. Los poderosos del mundo presionan. Presionan para obtener ganancias mayores. Y presionan en todos los frentes en los que les sea posible. Nosotros, en Argentina, lo sabemos de sobra. Ahí están los fondos buitres y el juez Griesa para dar testimonio.

Pero como decíamos no nos pasa solo a nosotros. La semana pasada la presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, fue explícitamente presionada por The Economist —el semanario ingles que en los hechos funciona como vocero de los poderes financieros internacionales—. Presionaron para que se deshaga de su ministro de Economía a quien se le ocurrió la peregrina idea de que sea el Estado quien dirija las inversiones privadas en la quinta economía mundial. Una herejía que solo podría subsanarse haciendo un viraje hacia una política más liberal. El poder económico mundial, desde hace bastante tiempo viene endulzándole el oído a Brasil tratándolo como a un par. Sin embargo, todos sabemos que ese poder financiero diferencia a Brasil de Venezuela o de Argentina, solo por una cuestión de tamaño de su economías. En el fondo nos consideran a todos países periféricos, que debemos cumplir el rol de proveedores de materias primas para los centros del poder mundial. Por eso intentan darle un tirón de orejas a Dilma en señal de disciplinamiento.

Y en este sentido toman dimensión las palabras de Cristina Fernández cuando en la reunión del Mercosur de la semana pasada, señaló que llegó la “hora de generar espacios e instrumentos diferentes en nuestra propia región, que le aseguren a nuestra América del Sur que toda esa década ganada en inclusión, en progreso y en mejoras, no sea echada a perder porque quieran transferirnos la crisis”.

Es indispensable apurar la construcción de un mercado regional que afiance y garantice la integración política, económica y social de Latinoamérica. Rafael Correa, el presidente ecuatoriano, dio en el clavo al llamar a formular mecanismos alternativos a los multilaterales que “no solamente han sido injustos e inequitativos para nuestros países sino que se están demostrando ineficientes e ineficaces para resolver los problemas de los propios países centrales”.

Un futuro de crecimiento es posible para América del Sur, la unidad de acción, la construcción de la Patria Grande que soñaron San Martín y Bolivar, es el camino para alcanzarlo.