Por Frente de DDHH PSol CABA
La deshumanizada acción de arrasar las precarias viviendas que un grupo de mujeres, jefas de hogar con serios problemas de violencia familiar e institucional, levantaron hace unos pocos meses en el barrio popular 31, en medio de su desesperación por darles alguna protección a sus hijas e hijos, revela con crudeza la crueldad contra la pobreza y la falta total de solidaridad de la ciudad / estado más rica del país.
El antecedente que tristemente nos viene a la memoria es el del intendente de la dictadura, Osvaldo Cacciatore. De similar modo, Juntos, Cambiemos, Pro, Rodríguez Larreta y quienes se identifican con su gobierno, han decidido también demostrar autoridad por la fuerza contra las más vulnerables, pretendiendo erradicar, no ya a la pobreza con algo de justicia social, sino a los pobres, destruyendo y pasando por encima de sus pocas y sacrificadas posesiones y sus derechos más elementales.
Para que la marca del miedo se imprima a fuego, a quienes planificaron, ordenaron y ejecutaron semejante atropello poco o nada les importó la presencia de bebés, niñas y niños, que llevarán de por vida la imagen atroz y la impotencia de ver cómo aplastaban sus casillas, sus juguetes, sus útiles y lo poco que sus familias pudieron reunir para enfrentar los meses más crudos del invierno porteño.
Para la concepción ideológica de Larreta, que planifica mega emprendimientos inmobiliarios sustrayendo terrenos de propiedad pública para favorecer a los muy ricos, no hay lugar para los pobres, a quienes se les niega su condición humana, sin siquiera un amague de misericordia.
Se mantiene lamentablemente vigente la frase de Rodolfo Walsh cuando hablaba del “castigo de la miseria planificada”; ligazón imposible de ocultar por este gobierno agorilado de la ciudad, que además sigue reivindicando a la dictadura, desconociendo sus atrocidades y defendiendo sus crímenes, algunos de los cuales ya no tiene empacho en imitar.
