Ley de Abastecimiento l
Conforme avanza en el Parlamento el paquete de leyes económicas, se hace más obvio y evidente que la preocupación de los poderosos grupos económicos se debe a que de algún modo se limita su renta extraordinaria. Esas leyes no son para controlar a las empresas —como viene titulando el diario Clarín— sino que buscan proteger a los usuarios y consumidores del abuso de posición dominante de ciertos sectores de la economía. La furibunda reacción y resistencia de las cámaras que nuclear a las grandes corporaciones es la más explícita y transparente manifestación de su intención de poner un tope a la regulación del Estado para seguir abusando de los consumidores y de los sectores más débiles de la cadena productiva como pueden ser las pequeñas y medianas empresas.
El paquete de leyes enviado por el Ejecutivo, que fue aprobado la semana pasada por el Senado y que comenzó a ser tratado en la Cámara Baja, modifica la Ley de Abastecimiento, crea un Observatorio de Precios y un nuevo foro judicial sobre la materia.
En verdad se trata de un conjunto de herramientas que buscan hacer más eficiente la participación del Estado en la economía. Porque el Estado siempre interviene en la economía. Porque interviene cuando no fija normas para limitar los abusos y deja que el zorro cace libremente en el gallinero y porque también interviene cuando impone reglas para limitar esos abusos.
Y cuando hablamos de abuso de posición dominante, estamos hablando, por ejemplo, de las compañías de celulares que estafan a sus clientes, cobrándoles productos que nunca contratamos. De las cadenas de comercialización que cobran más de lo que dicen en sus propias góndolas. De empresas de alimentos que no abastecen al mercado. De los productores de soja que retienen la cosecha. De los exportadores que no liquidan los dólares de sus ventas al exterior. Del hecho de que una sóla empresa controle la producción de chapas, que solo una la producción de polietileno, que también sea sólo una la que produzca aluminio, y que cuatro controlen la producción de cemento, pero que están cartelizadas y se ponen de acuerdo para no competir y tener superganancias. Hablamos de abuso también cuando los laboratorios aumentan los precios de los medicamentos sin relación alguna con los costos. O de los fabricantes de alimentos que cambian el envase sin modificar el contenido como si se tratara de un nuevo lanzamiento sólo para subir el precio.
Esta claro que podríamos mencionar muchísimos abusos más. Mientras los poderosos pegan el grito en el cielo, los consumidores debemos saludar estos proyectos, y hacer fuerza para que una vez hechos ley se cumplan y no se convierta en letra muerta.