Por Daniel Bellocchio
Mesa de Derechos Humanos PSol CABA
Una mañana, mientras tomábamos unos mates, Mami me dice que tiene que elegir un título para su libro. Entre los tres o cuatro que me muestra, me dice que el que le gusta mucho es “Pelear la Vida”. Seguimos charlando acerca de otras cosas y antes de irme me dice: “Negro, pensá en lo que te dije del título”. Un tiempo después, con otro mate de por medio, me cuenta que el libro estaba terminado y que lo iba a presentar en unas semanas. El título elegido finalmente fue “Pelear la Vida”. Hoy, transcurrido justo un año de su fallecimiento, pienso que si algo distinguía a Aurora Zucco de Bellocchio era su capacidad de pelear.
Peleó para seguir una carrera que en sus tiempos no era bien vista. Peleó contra sus padres para casarse con el hombre que ella había elegido. Peleó codo a codo con Papi hasta que tuvieron que cerrar su empresa, cuando una constructora que les había encargado un trabajo importantísimo se declaró en quiebra. Peleó para que cada uno de sus hijos no abandonara los estudios secundarios y universitarios, porque creía en la importancia de la educación. Y peleó desde aquel fatídico 5 de agosto de 1977, cuando un grupo de tareas se llevó a Irene y a Roly, hasta el último día de su vida contra el genocidio de Estado. Por eso, me pareció que una manera de recordarla y honrarla era citando el último párrafo de su libro.
“Este libro está escrito para mis Hijos, mis Nietos y mis Bisnietos, para que sepan bien cómo fue mi vida. Para recordar a mis padres, a mi abuelo, a mis antepasados italianos, a mi bisabuelo Garibaldino y a mi bisabuelo Indio. Para agradecer a todos los que me han querido bien, que fueron y son muchos. Para que sepan honrar la vida. Sólo está escrito para la buena gente, a la que le sobra dignidad. Porque todavía estoy en carne viva por la desaparición de mi Hija y de su Compañero de lucha. Por el martirio que sufrieron junto a todos sus Compañeros, es que entregué mi vida para saber qué hicieron con ellos los infames y malditos genocidas. Sin embargo digo, como Violeta Parra, «Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado la risa y me ha dado el llanto»”.
Por Aurora, por Irene, por los 30.000 Compañeros Desaparecidos, Presentes, Ahora y Siempre.