POLÍTICA Y COOPERATIVAS

07/12/2011

Nota para Revista de la Fundación Sagrada Familia - Diciembre 2011

Por Edgardo Form*

“Las empresas cooperativas construyen un mundo mejor”. Bajo este lema, las Naciones Unidas y la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) pusieron en marcha un ambicioso programa que abarcará todo el 2012, consagrado como el Año Internacional de las Cooperativas.

Uno de los objetivos de esta formidable iniciativa es lograr una mayor visibilidad de todo lo mucho y bueno que realizan estas entidades de la economía solidaria, en circunstancias históricas de gran complejidad como consecuencia de la profunda crisis que vive gran parte del mundo contemporáneo.

A lo largo de los próximos doce meses, una de las tareas prioritarias del movimiento cooperativo será llegar a la opinión pública a través de los medios de comunicación, para exhibir logros tales como la generación de puestos de trabajo decente, la construcción de viviendas populares, el acceso a los bienes de consumo masivo en condiciones de calidad y precio adecuado; el financiamiento a las micro, pequeñas y medianas empresas; la atención primaria de la salud, el acopio y la comercialización de productos agropecuarios, entre otros servicios gestionados democráticamente por los propios asociados.

En otras palabras, el propósito que anima a la ACI, en representación de mil millones de cooperativistas de todos los continentes, es demostrar que no sólo es necesario cambiar los paradigmas económicos basados en el lucro desmedido, la especulación y la concentración de la riqueza, sino que es posible organizar la producción de bienes y servicios con un sentido profundamente humanista y solidario.

Se trata, en consecuencia, de predicar con la palabra y el ejemplo de la cooperación, para llegar al sentimiento y la consciencia de millones de personas, para que conozcan, comprendan y compartan nuestros valores y principios.

Al mismo tiempo, hay que intensificar la capacidad de incidencia del movimiento cooperativo sobre los poderes públicos, para lograr la sanción o adecuación de los marcos legales que faciliten el desarrollo y la consolidación de las empresas asociativas. En este sentido, hay que superar ciertos prejuicios instalados durante décadas, según los cuales la política es incompatible con el cooperativismo.

En rigor, desde el momento en que una cooperativa defiende los intereses de sus asociados está haciendo política, claro que con un sentido amplio y no partidista, respetando el principio de puertas abiertas y la indispensable pluralidad propia de la naturaleza jurídica y doctrinaria de nuestras entidades.

Pero la experiencia acumulada a lo largo de muchas décadas indica que no alcanza con incidir desde afuera de los organismos de poder. Es necesario que los representantes del cooperativismo formen parte de los cuerpos legislativos y ejecutivos, tanto a nivel municipal, provincial como del estado nacional, para impulsar medidas destinadas a mejorar la calidad de vida de toda la sociedad. En otras palabras, así como las grandes corporaciones tienen su representación parlamentaria encarnada en diputados y senadores que responden a sus intereses, el cooperativismo tiene todos los atributos necesarios para ocupar esos mismos espacios.

Así, por ejemplo, el Congreso Federal de Brasil cuenta con un Frente Parlamentario Cooperativista, integrado por más de doscientos legisladores que pertenecen a diferentes identidades partidarias, pero que tienen el denominador común de formar parte de diversas organizaciones cooperativas.

En mi país, la República Argentina, estamos comenzando a transitar una experiencia orientada hacia ese mismo objetivo. Y ya podemos exhibir algunos resultados concretos. Desde hace dos años, el presidente del Banco Credicoop y titular del Partido Solidario ocupa una banca en la Cámara de Diputados de la Nación y recientemente, el 31 de octubre, fue uno de los disertantes que expuso nuestro punto de vista en el marco de las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York, convocado por la ACI mundial para inaugurar el Año Internacional de las Cooperativas. O sea que, exhibiendo la coherencia de una fecunda trayectoria de lucha y trabajo abnegado, lleva a los foros internacionales el mismo discurso que sostiene en el Parlamento argentino y en la gestión cotidiana del banco cooperativo.

Y con ese mismo compromiso, entre los meses de julio y octubre, dos dirigentes del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC) tuvimos el honor de recibir el apoyo de un sector numeroso de la ciudadanía y resultar electos como diputados de la Nación, en un caso, y de la Ciudad de Buenos Aires, en el de quien escribe esta nota.

O sea, queridos hermanos de Puerto Rico, que a partir de este artículo y en lo sucesivo, si así lo disponen, tendré el honor de compartir con ustedes algunas reflexiones y comentarios en mi doble carácter de ciudadano cooperativista y legislador.

 

*Gerente General del IMFC y Diputado de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina.