Restricción Externa

16/03/2015

El principal problema económico de la Argentina no es —como se insiste desde los medios hegemónicos— ni la inflación, ni a cuánto cotiza el dólar blue, ni si el clima es o no es propicio para los mercados. El verdadero cuello de botella de la Argentina, es la restricción externa. Dicho de otro modo: la falta de dólares. Como no tenemos la maquinita y no podemos imprimirlos, como hace Estados Unidos, debemos obtenerlos a través de lo que le vendemos al mundo. Con esos dólares se podrá financiar el crecimiento. Esto sucede en todos los países que no alcanzaron un alto grado de desarrollo. La clave está en lograr que el saldo del comercio exterior sea positivo o al menos equilibrado. Es decir importar por el mismo valor que se exporta.

Por Gustavo Nagel

Micro Radial del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC)

Desde siempre la escasez de divisas se resolvió con fuertes devaluaciones, inflación, caída del ingreso o el enfriamiento general de la economía. La fórmula para sortear la restricción externa a partir del último golpe militar y con la conducción económica de Martínez de Hoz, consistió en sacar de la escena al sector industrial que comenzaba un proceso de sustitución de importaciones y por lo tanto era el mayor demandante de divisas poniendo como principal sujeto económico al complejo agroexportador. En los neoliberales años 90 se profundizará este proceso y se suma el financiamiento externo tutelado por el Fondo Monetario. Esta línea de ajuste que se supone beneficia al llamado clima de negocios que los mercados reclaman, desembocó en la quiebra del 2001. Una película que ahora se repite en el viejo continente y que está llevando a la miseria a los países de la periferia europea.

La restricción externa es lógica en una economía en crecimiento. Porque para crecer y sustituir importaciones se necesitarán, por ejemplo, maquinarias que no se fabrican en el país y que se compran con dólares. Los cambios estructurales en la Argentina, como en la mayoría de los países de la región, no alcanzaron para impedir la restricción externa. Desechada la opción del tradicional financiamiento a cambio de la independencia, el gobierno apuesta a una relación estratégica con China como vía para el financiamiento de las inversiones estructurales como represas hidroeléctricas y centrales atómicas.

El acuerdo con China es una oportunidad para enfrentar en el corto plazo la falta de divisas y permitirá al mismo tiempo realizar las inversiones necesarias para la transformación estructural y a largo plazo, que evitará este cíclico problema de la economía nacional.

No es un detalle menor que los que se oponen a este acuerdo son los mismos que sueñan con la devaluación y con volver a las políticas del endeudamiento y las relaciones carnales con los centros de poder que nos tuvieron sometidos hasta el 2003.