Por Frente de DDHH PSol CABA
A dos años de la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado, con todo el dolor que nos causó todo el episodio y sus consecuencias en la familia y en una enorme parte de esta sociedad, es insoslayable verlo como un hito emblemático que desnuda el verdadero carácter de la gestión macrista. Necesitaban las tierras que ocupan los mapuches, reclamadas por terratenientes extranjeros -amigos del Presidente- que creen posible obtener en nuestro país lo que jamás nos permitirían en los suyos: agenciarse territorios ultra estratégicos. Pero se enfrentaban con la resistencia propia de los pueblos originarios por reivindicar su indiscutible derecho.
Se autoconvencieron de que era necesario y posible aplicar cualquier medida. Entonces inventaron una conspiración de organizaciones indígenas. A eso se abocaron los más altos funcionarios del Ministerio de Seguridad conducido por Patricia Bullrich. Así intentaron instalar la presencia de la RAM, una sigla que nunca más volvió a surgir. Luego, vino el uso violento de la Gendarmería, fuerza predilecta de la ministra. En esa escalada represiva, en la que se violentaba sin contemplaciones a familias con niños en sus precarias viviendas, basándose en una dudosa flagrancia por protestar en la ruta, persiguieron a los mapuches para arrestarlos, presionándolos mediante armamento sofisticado contra el helado río en el frío mes de agosto. El grupo pudo evitar la aprehensión y la muerte. Santiago no. Quizá el menos acostumbrado al territorio y a las inclemencias invernales, solidario con sus amigos, quedó a merced de los gendarmes. Y allí y en ese momento se perdió su rastro hasta que apareció su cadáver en las orillas del río Chubut, lugar que había sido rastrillado sin suerte muchas veces antes.
Antes y durante todo el proceso vinieron las operaciones de prensa, los embustes sobre su presencia en Chile y en diversas provincias argentinas, las investigaciones judiciales del juez Guido Otranto, primero, y de Gustavo Lleral, después, plagadas de errores y omisiones evidentes, ostensiblemente deficientes y amañadas para evitar cualquier pista que condujera a la propia Gendarmería, inescrupulosas, parciales, donde los acusados de desaparecer a Santiago y ocultar pruebas participaban de la investigación, y donde el Estado argentino, tergiversando un paradigma de justicia básico, se dedicó a proteger y blindar a los potenciales autores de la desaparición. Todo reforzado con la potencia mediática que blinda y acompaña al gobierno macrista desde el primer día y las declaraciones de personajes del Gobierno confundiendo permanentemente.
Marketing, noticias falsas, suciedad, dudas y más dudas. Ese es el cóctel que aplica a todo nivel y en todo momento la coalición que ahora dio en llamarse Juntos por el Cambio para intentar revertir una realidad adversa que ya no puede ocultarse más.
¡Verdad y Justicia por Santiago!
