YPF

24/02/2014

Las aguas parecen aquietarse. Dólar planchado; precios que parecen estabilizarse; el juego abierto en las paritarias y un Estado activo desplegando distintas herramientas para que la voracidad de la empresas monopólicas tenga límites. Evidentemente el gobierno retomó el timón de la economía. Sin embargo, pese a estos datos relevantes, el escenario no deja de ser complejo en un verano que arrancó difícil.

Por Gustavo Nagel

 

Es que la derecha verenácula y sus medios de comunicación hegemónicos no abandonan la idea de seguir bombardeando al modelo de crecimiento con inclusión social. Es así que insisten en que se llegó a un fin de ciclo y que la única forma de reencauzar este descalabro financiero provocado por las fórmulas populistas y heterodoxas es volviendo a la senda de las políticas ortodoxas. Dicho de otro modo ajustar bajando salarios y achicando el gasto público.

Pero también pasan otras cosas en Argentina: hay una noticia por demás importante que fue prolijamente ocultada por los medios hegemónicos y que vino de la mano de la nacionalizada YPF. Días atrás se firmó un acuerdo por el cual Nuestra Petrolera adquirió los activos que la firma norteamericana Apache poseía en el país. Con esta operación de 800 millones de dólares, YPF, que ya es el mayor productor de petróleo, ahora también se posiciona como el principal actor en el rubro gas. Apache tenía operaciones en las provincias de Neuquén, Río Negro y Tierra del Fuego, con una producción diaria de 46.800 boes (la unidad de medida usada para medir la producción de gas) y reservas probadas de 135 millones de boes.

Esta operación de enorme significación, pese al ninguneo de los medios hegemónicos, adquiere una relevancia notable porque le permitirá a YPF aumentar sus reservas de hidrocarburos en aproximadamente un 14 por ciento e incrementar la producción de gas en un 15 por ciento.

Pero además, vale señalar que YPF aumentó su producción en 2013. La compañía creció en la producción de petróleo un 3,4 por ciento y en gas un 2,2 por ciento respecto de 2012. Es importante subrayar que en producción de gas YPF no registraba un aumento anual desde el año 2004.

Más allá del ninguneo a este tipo de noticias, es más que evidente la diferencia entre una YPF bajo los lineamientos neoliberales y su cara opuesta. Bajo la lógica neoliberal YPF fue vaciada. Con esta nueva concepción, en dos años comienza a revertirse una tendencia que conducía a la Argentina a la dependencia externa de hidrocarburos. Acaso se pueda criticar el tiempo que se tardó en nacionalizar YPF, pero de ninguna manera se puede discutir la conveniencia de haberlo hecho.

Solo la intervención del Estado frente a las empresas monopólicas y los intereses financieros internacionales puede permitirnos construir un país a favor de la mayoría de los argentinos.